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Instinto y sensaciones

El hombre desde sus principios siempre se ha organizado, o lo han organizado y encuadrado, ya sea en tribus o movimientos pictóricos. Yo creo que llevamos dentro el olor de la manada. Para los individualistas siempre ha habido poco espacio en las diferentes sociedades. Yo considero que el instinto de la persona es más fuerte que su sabiduría. Aprender y encasillar es más cómodo; desarrollar su instinto, lo más puro. En mi pintura sólo pretendo una cosa: pintar y no manchar los colores.

Pienso que la pintura no hay que comprenderla sino que únicamente debe producirte una sensación, aunque sólo sea de rechazo. Todos los adjetivos que se le quiera atribuir es querer explicar lo inexplicable, ya que las sensaciones no se pueden transmitir, tan sólo sentir.
El ser humano en su afán de encasillarlo, todo, le ha puesto nombre a cuanto se ha pintado y se está pintando a través del tiempo. Yo creo que no debemos caer en la tentación de ser feliz perteneciendo a uno de esos grupos, o haciendo lo que el momento actual te exija por miedo a que tu obra sea rechazada.

Considero que si se coge un pincel con una servidumbre, nunca podrá salir una obra del instinto, sino del buen hacer del maestro, quizás con maestría y belleza pero posiblemente con media alma. Dejemos a otros que nos cataloguen y nosotros, los que pintamos, hagamos sólo eso: pintar.

Debemos luchar contra todo ese falso paraíso que nos ofrecen a cambio de que hagamos lo que “ellos quieren”, esos “ellos” que pretenden dominar hasta lo que no admiran ni aman y que, a veces incluso, desprecian.

No nos desprestigiemos ante una sociedad en la que prima el poder del dinero sobre casi todo. Que nosotros seamos un poquito de ese “casi” y hagamos nuestra obra con entera libertad sin que nadie guíe nuestros pinceles; que esta labor la realicen sólo los maestros y, sobre todo, nuestro instinto.

Jorge Rando, Málaga, enero de 2009